8 de febrero de 2013

La magia de tu canción favorita.


Tirada en el suelo, con la espalda apoyada en la cama, los cascos puestos y con el móvil en la mano.
Le das al play, subes todo lo que se pueda el volumen y simplemente dejas que fluya la magia de esa canción, la magia de tu canción favorita. La primera vez, simplemente cierras los ojos y dejas pasar la canción, mientras la escuchas atentamente, mientras disfrutas de ella. Seguidamente, acaba la canción, le vuelves a dar al play, y otra vez...la misma melodía, la misma letra... La segunda vez, ahora escuchas la letra, la voz de la cantante, disfrutas de su voz entrecortada y sus casi susurros, y cantas a su misma vez esos versos que tanto te sabes, esos con los que tanto te identificas. Se acaba, la vuelves a poner de nuevo. Ahora escuchas los instrumentos, batería, guitarra, piano eléctrico... Cuando acaba, desconectas los cascos del móvil, te levantas, cierras la puerta, y le vuelves dar al play, pero esta vez sientes la canción por dentro, la cantas, la bailas por toda la habitación, sonríes, gritas, saltas...Eres feliz. Esa canción. Tu canción favorita. No sabes qué es, tal vez todo, tal vez nada, tal vez el ritmo, la letra, la voz de la cantante, el estribillo...No lo sabes, pero no dudas de que es tu canción favorita. No es como las demás, no es el típico bump-bump de las discotecas, ni es esa canción en inglés que escuchas con tus amigos, esa que tarareas y no tienes ni idea de lo que habla, no, no es de esas. Es tu canción favorita, y ya está.

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