No les perdono que no sepan volar.
Me importa un pito que los hombres tengan pelos en las
piernas; que se levanten a las 9 o a la 1. Le doy una importancia igual a cero,
al hecho de que jueguen a fútbol o a baloncesto. Soy perfectamente capaz de
soportarles una conversación lo suficientemente estúpida como para no hablarles
jamás... ¡Pero eso sí! y en esto soy estricta, no les perdono, bajo ningún
concepto, que no sepan volar. Si no saben volar ¡pierden el tiempo conmigo!
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