Nada dura eternamente, siempre llega un momento en el que debemos decir adiós al mundo que conocemos, adiós a todo lo que dábamos por sentado, adiós a aquellos que creíamos que nunca nos abandonarían, y cuando estos cambios se producen por fin, cuando lo conocido se ha ido y lo desconocido ha ocupado su lugar, lo único que podemos hacer es decir: hola y bienvenidos.
Cuando adiós no significa olvidar, ni bienvenidos remplazar todo lo conocido, los cambios no son tan amargos.
ResponderEliminar