5 de febrero de 2012

Tú mismo eres tu destino.


Acepta la posibilidad de edificarte a ti mismo y el valor de acusarte del fracaso para volver a empezar corrigiéndote. Aprende de los fuertes, de los audaces. Imita a los valientes, a los energéticos, a los vencedores, a quienes no aceptan situaciones, a quienes vencerán a pesar de todo. Piensa menos en tus problemas y más en tu trabajo, y los problemas, sin alimentarlos, morirán. Aprende a nacer del dolor y a ser más grande que todos los obstáculos. Comienza a ser sincero contigo, reconociéndote a ti mismo, y serás fuerte, y dejarás de ser un títere de las circunstancias, porque tú mismo eres tu destino.

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