De niña aprendí que para comunicarse no siempre son necesarias las palabras. El silencio es poder. Un día simplemente dejé de hablar y descubrí que fue ahí cuando empezaron a escucharme mejor. Dicen que somos esclavos de nuestras palabras y dueños de nuestro silencio. Y yo nunca voy a ser esclava de nada.
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